viernes, 18 de febrero de 2011

Segismundo

Cuánto daría,
y reitero, cuánto daría
por sufrir de narcolepsia,
y poder caer dormido en cualquier momento.

Yacer sobre fresca hierba,
congestionada urbe,
o cómoda guarida,
y poder soñar con astros y colores,
sonidos y sucesos,
hermosos todos,
dioses y demonios,
que sobrepasen los límites
de mi condición real,
de mi cinismo pragmático,
e hibernar para seguir imaginando
lo que mi humana mente
y yo, humanamente
apenas puedo esbozar.

Tendría de forma permanente,
una sonrisa pegada en mis labios,
y podría soñar con vos de forma
ilimitada,
desdoblar el tiempo
y hacer como si nada de esto hubiera pasado
y que de hecho nada de esto hubiera pasado
y que lo sucedido,
primeramente
fuera un sueño nada más.

Quisiera que mis sueños se quedaran en lo infinito,
no tener que recibir el alba con malacara,
que las rosas de tu piel,
y el agua de mis ojos,
fueran ilusiones
de un sueño que es vida,
y no una vida
que, aunque asemejó un sueño,
es ahora oscura pesadilla.


18 de Febrero del 2010

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